Conocí a mi chico
en 2019, en ASFEME, justo un año antes de la pandemia. Del 14 de marzo al 1 de
mayo estuvimos hablando por WhatsApp y justo el día que nos dejaron salir, el 2
de mayo, nos besamos por primera vez.
El enamoramiento
y diferentes trastornos psicológicos comparten importantes síntomas y se
encuentran mucho más cerca de lo que pensamos.
Yo ese día estaba
muy nerviosa y tenía esos síntomas: taquicardia, dificultad para respirar,
disminución del hambre, preocupación persistente…hasta tal punto que me dio
ansiedad y mi chico me tuvo que acompañar a casa.
Según Frank
Tallis, escritor y psicólogo clínico del Instituto de Psiquiatría y
neurociencia del King’s College de Londres, lo tiene bastante claro. Según su
experiencia en todos sus años como psicólogo, el amor es el ejemplo más común de un estado
parecido a la enfermedad mental.
Al principio de la relación era raro
el día que no me daba la ansiedad. Yo no se lo comentaba a mi chico por no
preocuparlo, pero él era muy observador y terminó averiguándolo.
Se trataba de una cuestión de
confianza y conforme fui cogiéndola, las crisis de ansiedad ya no eran tan
frecuentes.
Todo el mundo se enamora en un momento o el
otro de su vida. Es más, se trata de una condición socialmente aceptada a la
cual las personas aspiran. Lo curioso es que es una situación psicológica que
nos aporta un estado de excitación y plenitud, a pesar de cumplir con los
síntomas mencionados más arriba que podrían ser propios de un trastorno mental.
Por eso, no se identifica con ninguna condición médica.
En la realidad clínica, si consultamos
los manuales de referencia de psiquiatría y psicología, no encontraremos el
enamoramiento como trastorno en sí, pero sí que sus síntomas aparecen como
condiciones clínicas. Uno de los requisitos claves para determinar si una
afectación desemboca en un trastorno mental es la presencia de un malestar
clínicamente significativo y una inadaptación en el ámbito social, laboral,
personal y/o familiar. Estar "colado" por alguien puede gastar mucha
de nuestra energía hasta el punto de incapacitarnos en determinadas
situaciones. O expresar un amor no correspondido miedo dar lugar a un
sufrimiento muy intenso. Por lo tanto, ¿dónde está el límite del que se considera
normal a lo que es significativo? Indudablemente, estar enamorado comporta una
serie de síntomas que, si se dieran en otras situaciones, sugerirían un
problema psicológico.
La inestabilidad emocional es
otro rasgo distintivo del amor. Al estar enamorados, pasamos de estar
ilusionados y llenos de energía a tener ansiedad y estar preocupados con una
facilidad excepcional. El miedo a perder a la persona amada puede ser
desencadenado por cualquier disgusto, por muy pequeño que sea, pero que en ese
momento nos parece primordial. ¿Véis alguna similitud de este comportamiento
con el de un adicto? Es así porque a nivel fisiológico, se ha observado que los
procesos de dopamina producen el mismo efecto que al consumir cocaína. Si vamos
más allá, esta desesperanza que sentimos cuando, por ejemplo, pasamos por
un ataque
de celos o una ruptura amorosa es totalmente
comparable al síndrome de abstinencia.
Finalmente, la
dependencia emocional tiene también un papel clave en el desarrollo del amor.
Desde el punto de vista de la psicopatología, los sentimientos de posesión, el
miedo al rechazo o esta necesidad de ser el centro de atención en los ojos de
alguien se considera un trastorno mental. Pero con el enamoramiento se hace una
excepción. En el terreno romántico, estas características se consideran normales.
Muchos científicos apuestan por un trastorno
necesario, ya que impulsa el mecanismo de perpetuación de la especie. El enamoramiento se
considera el primer paso por el contacto sexual y mantiene el ciclo vital
gracias a la ilusión y el bienestar que nos genera. Por ello, se trata una
condición aceptada en nuestro entorno e incluso deseable.
Lo que no hay duda es que el amor romántico mueve el mundo y nos genera
inevitablemente una gran diversidad de cambios tanto en nuestro comportamiento
como nuestros pensamientos y emociones, con el fin de buscar una faceta de la
felicidad. Por tanto, no tengamos dudas blogueros/as... ¡Seamos locos y
amémonos!