Buenas de nuevo blogueros/as. La religión responde a una
necesidad espiritual del ser humano y por tanto dentro de su papel es
beneficiosa para nuestra salud mental.
En la religión yo busco respuestas a aquellas cuestiones
que se escapan a mi capacidad, que son muchas. Aunque la ciencia vaya
ofreciendo respuestas a algunas o bastantes de ellas, creo que siempre habrá
otras inalcanzables.
He de señalar que soy católica, aunque no excesivamente
practicante. Por ello no suelo ir a la iglesia, ni tampoco confesarme o rezar
habitualmente. Creo a mi manera, es decir, existe alguien que creo el mundo, un
Dios que puede tener múltiples nombres, pero que en definitiva es uno solo.
En salud mental busco mi bienestar psíquico, y trabajo en
el área científica sobre las causas que dañan o que fortalecen mi salud mental,
determinando con ello mis conductas y actitudes. Tanto la religión como la
salud mental buscan el bienestar humano.
Sin embargo, desde el momento que yo asumo una
interpretación sensiblemente dogmática de la religión (verdades que han sido
reveladas por Dios), bien sea impuesta por una iglesia o por mí misma
(fanatismo (pasión desmedida por la religión)), de modo que me aparte con ello
de la realidad social y humana, ello puede empezar a generar en mí conflictos
mentales, desde alteraciones leves hasta la autodestrucción. La religión suele
verse subjetivamente, y a veces yo misma no tan fácilmente soy capaz de
discernir si es beneficio o es daño lo que me está haciendo mi forma de vivir
la religión.
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