Entre algunos de los efectos nocivos del estigma he de mencionar que tenemos menos oportunidades laborales que otras personas, de hecho, desde que me diagnosticaron mi enfermedad mental en el 2010 no he trabajado hasta septiembre de 2022 y conozco amigos que están buscando trabajo y no lo encuentran. Primero me he tenido que recuperar de mi enfermedad; después tuve dificultades para encontrar una vivienda en propiedad, puesto que me costó que me dieran el préstamo, ya que un banco me lo negó rotundamente porque al ser discapacitada tenía una pensión muy pequeña. He participado en actividades escolares tras realizar un curso de administrativo de Labora para discapacitados, pero de señalar que aquellos cursos que no son para personas con discapacidad poseen muy pocas plazas para nosotros, al igual que si quieres estudiar una oposición.
Estas
son algunas formas de enfrentar el estigma:
Obtén
tratamiento. Yo al principio no era consciente de mi
enfermedad y era reacia a admitir que necesitaba un tratamiento. El miedo a ser
etiquetado con una enfermedad mental me impedía buscar ayuda. Fueron mis padres
los que decidieron ingresarme en el hospital.
No
dejes que el estigma te haga dudar de ti mismo y te cause vergüenza. El
estigma no proviene solo de los demás. Yo creía erróneamente que mi afección era
un signo de debilidad personal o que debería poder controlarla sin ayuda. El buscar
asesoramiento, informarme sobre mi afección y conectarme con otras personas que
padecían una enfermedad mental a través de la asociación de ASFEME me ayudó a
ganar autoestima y superar el juicio destructivo sobre mí misma.
No te
aísles. Como tengo una enfermedad mental, al principio no quería
decírselo a nadie. Incluso mis familiares más allegados no saben realmente
sobre la enfermedad que tengo. Hasta hace poco que publiqué en Facebook un par
de entrevistas que me hicieron en radio y televisión donde explico mi enfermedad
mental. En estos momentos estoy preparada para contar todo lo que ocurrió.
Opino que mi familia y amigos, personas en las que confío, pueden ofrecerme el
apoyo y la comprensión que necesito en este momento de mi vida.
No te
identifiques con tu enfermedad. No eres una enfermedad. Yo
solía llamarme “esquizofrénica” en lugar de decir “tengo esquizofrenia”
Únete
a un grupo de apoyo. En la asociación de ASFEME encontré la ayuda
que necesitaba, pues me ayudaron a reducir el estigma educándome a mí, mi
familia y el público en general a través de programas locales y recursos de
Internet.
Busca ayuda
en la escuela. Por fortuna, a mí no me afectó en el
aprendizaje la enfermedad mental, pero si un maestro no sabe sobre la
discapacidad de un estudiante, ello puede provocar discriminación, barreras de
aprendizaje y malas calificaciones. En cambio, cuando llegué a la universidad,
mi enfermedad comenzaba a brotar. Por ello me costó mucho terminar la carrera y
cuando fui a hacer las oposiciones las tuve que dejar porque no estaba
capacitada para ello.
Habla
sin reparos contra el estigma. En la actualidad y a través
de mi trabajo como experta en salud mental, expreso mis opiniones en medios de
comunicación, Internet, charlas en colegios e institutos… Ello ayuda a infundir
valor en otras personas que enfrentan desafíos similares y educa al público
sobre las enfermedades mentales.
Los
juicios de los demás casi siempre provienen de una falta de comprensión más que
de información basada en hechos. El haber aprendido a aceptar mi
afección y reconocer lo que debo hacer para tratarla, buscar apoyo y ayudar a
educar a otros puede marcar una gran diferencia.
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